sábado, 16 de junio de 2012

Dos testimonios

                                                               I


En la ciudad dormitorio
de San Francisco de las Peñas
encontré a un carpintero
que vivía de hacer caballos de madera
hasta convertir aquella imagen
en el denario de su vida.
El caballo
lo era todo para él.
Dura memoria:
la enfermedad de su hijo
costó cinco caballos,
y un viaje al mar
tan sólo dos.
El caballo iba a galope
en el sueño,
peleando la rienda,
extraviado
en un desierto de sal,
sin abrigo
ene le horizonte
blanco.


Igor Barreto