Las adivinadoras de nuestro tiempo
han hecho sus predicciones; se secará
el cauce de algunos ríos
y en las piedras rastros fósiles
recordarán que todo pasa,
que todo viene y se ha ido.
En el año que llega, un hombre
peleará a muerte con su hermano
por un pedazo de pan, o menos,
por mucho menos que un mendrugo.
Las plantas seguirán acechando nuestras casas,
esperando el momento de recobrar
ese espacio perdido.
Alguien bailará sin complejos
y la figura bondadosa de mi padre
crecerá otro centímetro
por encima de lo que es alto.
Nacerán racimos perfectos.
Será un año como otros.
Y no está escrito, pero sabemos
que habrá un minuto del año que llega
en que podremos hablar.
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