viernes, 3 de agosto de 2007

Traducción

En el post pasado, si es que algún incauto lo leyó, puse un poema de Charles Simic y mencioné que no conocía traducciones suyas al español. Me tomé la libertad de traducir este escrito. A los muy versados en el tema de la traducción les pido que pasen por alto las probables flaquezas de esta versión muy libre que me he permitido.

La habitación blanca

Lo obvio es difícil
de probar, muchos prefieren
lo oculto. Yo también lo hice.
Escuché a los árboles,
tenían un secreto
que estaban a punto
de hacerme saber -
y no lo hicieron.
Vino el verano. En mi calle
cada árbol tenía su propia
Sherezada. Mis noches
eran parte de su salvaje forma
de contar historias. Estábamos
entrando a casas obscuras,
siempre casas obscuras,
silenciosas y abandonadas.
Había alguien con los ojos cerrados
en los pisos superiores.
El miedo y el asombro
me mantenían despierto.
La verdad es calva y fría,
dijo la mujer
que siempre viste de blanco.
No abandonaba su habitación.
El sol apuntaba a una o dos
cosas que sobrevivieron
a la larga noche intactas.
Las cosas más sencillas,
difíciles en su obviedad,
no hacían ruido alguno.
Era la clase de día
que la gente describe de “perfecto.”
Dioses disfrazándose
de pasadores de pelo negros, un espejo de mano,
un peine con un diente roto?
No! No era eso.
Sólo las cosas como son,
sin parpadear, tendidas silenciosamente
en esa clara luz- -
Y los árboles esperando a la noche.

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