sábado, 7 de julio de 2007

Naranja


A mucha gente le parecerá algo verdaderamente sin importancia. A mí me asombra. Estoy hablando de naranjas. Además de sus exquisitos gajitos, del olor y la rugosidad de su cáscara y de las bondades de su sabor, me gusta que el color y la fruta tengan el mismo nombre, que se llamen igual. Me gusta que se llamen igual en otros idiomas; orange, laranja, orange (con tonito francés), arancia (una amiga mía de ascendencia egipcia me contó hace tiempo que en ese país a la naranja la llamaban portugal porque era ahí de donde venía). La palabra viene del árabe: n~arán^ya, ésta del persa nârang, que a su vez encuentra su raíz en el sánscrito n~arangáh. Una referencia más, dice que la palabra en sánscrito tenía el siguiente significado: fruto predilecto de los elefantes. No sé si esto último sea cierto, pero de serlo sólo confirmaría mi certeza de que los elefantes son seres finos que tienen gustos delicados y exquisitos.
El sabor de la fruta es tan sublime y la palabra tan linda que podrán pasar miles de años más y seguiremos diciendo naranja y comiendo naranja y pintando naranja y queriendo a los elefantes. Naranja. Lo que es nombrar acertadamente.
Se me antoja mucho una naranja, pero para mi desgracia hoy en mi casa sólo tengo una toronja.

6 comentarios:

ANDREA.NAVARRO dijo...

Para comer naranja 30 dias

Anónimo dijo...

Si pudiera decir otra cosa que no fuera te quiero para empezar tal vez
tendr�a que hacer como ahora que me esfuerzo por empezar de otra
forma. Pues te digo que en la vida los testimonios de nuestros pasos
deben de ser sinceros, plasmados con suavidad y ligereza, y a la vez
con demasiada fuerza, misma venida desde lo hondo de nosotros. Te digo
tambi�n que agradezco este espacio tuyo que abres y ver�s que entre
tantos lo haremos bonito.

Anónimo dijo...

Me gustó enormemente el texto sobre la naranja, porque trasciende el prurito etimológico y explora la esencia de los nombres de las cosas y su capacidad de trascender la designación de meros conceptos encadenados a objetos para evocar sensaciones e incluso pasiones.

Sobre la capacidad de evocación de esta palabra, recuerdo aquel poema de Gorostiza "¿Quién me compra una naranja para mi consolación?", que atribuye a la naranja la naranja la capacidad de consolar especialmente la penas amorosas, con lo que parece confirmar la predilección de los elefantes, entre otros seres, por esta fruta.

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo contigo.
La palabra es muy bonita, una de las pocas que me gustan igual en español que en francés e inglés. Fíjate que en búlgaro la fruta no me gusta (portokaj), pero el color sí (oranzhev).
En fin, como tú dices, lo que es nombrar acertadamente... y digo, en honor a nuestro jefe, la naranja sería tamaña marca!

Adriana Degetau dijo...

las toronjas son igual de ricas!
y qué me dices de la mandarina? No te encanta esa palabra? Ñom ñom ñom...

Javier Peñalosa dijo...

Las toronjas me encantan, pero no creo que se acequen ni tantito a la naranja. Las mandarinas se cuecen aparte y merecen todo mi cariño, respeto y admiración.

Gracias a todos por comentar.