miércoles, 11 de julio de 2007

Vivir Gruyère

El Gruyère es un queso duro de leche de vaca que se hace en los cantones suizos de Friburgo, Vaud, Neuchatel y Berna. Se llama así por el pueblo de donde es originario (sí, Gruyère). Este delicioso queso, que recientemente obtuvo la denominación de origen, es conocido en el mundo entero por su sabor y por los llamativos hoyos que hay en él cuando está maduro. Los hoyos son tan peculiares y contribuyen tanto al sabor y la textura del queso, que en algunas tiendas gourmet se venden estos mismos hoyos, ya sin la corteza del queso, por cantidades exorbitantes.



La ciudad de México debe estudiar a profundidad el caso del Gruyère, que ha conseguido que los hoyos aumenten el valor del producto.


Hoyo en Iztapalapa

Como es bien sabido la ciudad de México es rica en hoyos. Y revisando el caso del Gruyére considero que lejos de cubrir nuestros hoyos con un falso pudor (calles, casas y todo tipo de construcción los visten) deberían destaparse para ser apreciados en su desnudez. Uno de los problemas de ocultarlos es que simplemente no se sabe que ahí están y esto puede resultar contraproducente tanto para el hoyo que no vive en paz como para el incauto que vive sobre él.

Hoyo deshinibido (las pequeñas figuras luminiscentes del fondo son bomberos)

Es necesario recordar que a últimas fechas algunos hoyos de la ciudad han tomado la determinación (con justa razón) de descubrirse. De popularizarse esta moda entre los hoyos de la urbe tendremos algunos conflictos que con un poco de imaginación podríamos evitar. Es necesario concebir una visión de avanzada que permita tanto a hoyos como a ciudadanos alcanzar un feliz acuerdo en el que todos se beneficien. En definitiva, vivir en un ciudad con hoyos aceptados e integrados a la vida social puede tener muchas ventajas económicas para algunas comunidades (recordemos el éxito de Gruyère y después pensemos en colonias como ¨El queso¨, llamada así por asentarse en una zona rica en hoyos). Con una política pública adecuada tal vez podamos impulsar una nueva forma de hacer ciudad, tal vez podamos asumir nuestros accidentes geográficos como algo que debemos de mostrar y utilizar a nuestro favor. Así, en algunos años podemos buscar la denominación de origen y tener el privilegio de vivir en una verdadera, única e impresionante ciudad Gruyère.

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